Este lugar encantado,
propio para disfrutar,
el que por aquí ha pasado,
ya no lo podrá olvidar.
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La sabia naturaleza,
a este lugar adornó,
el Teide le da belleza,
y su ventana le
abrió
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Los dioses se conjuraron,
para aportarle armonía,
y su huella le dejaron,
y perdura todavía.
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Al llegar la primavera,
el paraíso es perfecto,
el encanto se acelera,
dando su mejor aspecto.
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Y florecen los castaños,
que abundan en el lugar,
algunos de gran tamaño,
y los corona un pinar.
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La cuidada agricultura,
cuando llega a su esplendor,
es complemento de altura,
y la armoniza mejor,
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Un manto verde de gala,
de bellas tonalidades,
es la esencial antesala,
de las muchas variedades.
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El Teide y los Nateros,
en la distancia se miran,
por eso los matanceros,
por sus Nateros suspiran.
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Cuando ambos se engalanan,
es postal para enmarcar,
de su belleza se ufanan,
solo
cabe disfrutar.
