En
la terraza de un bar,
un
día te descubrí,
y
no lo pude evitar,
y
a enamorarme me atreví.
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En
silencio te admiraba,
y
en contemplarte insistí,
e
incapaz me declaraba,
de
expresar mi amor por ti.
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Y
fue un sufrimiento eterno,
difícil
de soportar,
y
que fue todo un infierno,
imposible
de olvidar.
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Pero
insistí en contemplarte,
era
superior a mí,
y
emociones aparte,
complacido
me sentí.
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¡Dios
mío!, ¡Que sufrimiento!,
no
podértelo decir,
este
insufrible tormento,
ya
no me deja vivir,
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Cuarenta
son demasiados,
no
puedo pensar en ti,
son
mis ojos extraviados,
y
el dichoso frenesí.
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Ya
no puedo consentir,
soportar
mi cobardía,
te
lo tengo que decir,
y
acabar mi fantasía.
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Ahora
mi confesión,
te
habrá escandalizado,
este
tipo de pasión,
con
creces la he pagado
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